Viaja al norte de España y descubre los encantos de la Costa de Cantabria. Disfruta de las mejores ofertas de hotel en Santander, Santillana del Mar o Suances.
¿Si aún no sabes si la Costa de Cantabria será tu destino elegido para tus vacaciones, también puedes descubrir ofertas de hoteles en otras costas de España cercana. ¿A qué esperas? ¡Reserva, ya!
Cantabria, situada entre el País Vasco [CRM1] y Asturias es una de las comunidades autónomas más pequeñas de España, pero también una de las más sorprendentes, tanto por su fascinante arquitectura como por sus playas y paisajes naturales. Con nuestras ofertas de vacaciones en la costa de Cantabria, todas estas maravillas estarán al alcance de tu mano a precios inmejorables.
El litoral cántabro, conocido popularmente como La Marina, consiste en una franja costera de valles bajos, amplios y de formas suaves, de una anchura de 10 km y con una altitud inferior a los 500 m. Sus 172 km de costa, que reúnen más de 60 playas, se ocultan entre impactantes acantilados interrumpidos por desembocaduras de ríos.
En cualquier caso, para que tu paso por las playas cántabras sea de 10, no hay que dejar de disfrutar del interior de esta región. Allí aguarda una larga barrera de montañas abruptas paralela al mar: la Cordillera Cantábrica, formada en su mayor parte por roca caliza afectada por fenómenos kársticos. Las cimas más elevadas se hallan en el macizo de los Picos de Europa y rebasan los 2.500 m.
¿A qué esperas para descubrir esta tierra de leyenda?
La opción más rápida es viajar a Cantabria en avión. Para ello, hay que tomar un vuelo al aeropuerto de Santander-Seve Ballesteros (SDR). Sus instalaciones reciben vuelos directos desde numerosos puntos de España, como Barcelona, y de las principales ciudades europeas, en países como Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Países Bajos y Reino Unido, entre otros. El aeropuerto se halla a tan solo 5 km de Santander, la capital cántabra, a la que se llega fácilmente gracias a un servicio regular de autobuses o en taxi.
También es posible ir a Cantabria en autobús. La compañía de transporte de viajeros ALSA comunica Santander con algunas de las principales ciudades españolas. También hay conexiones internacionales regulares a países como Francia y Bélgica. Además, una vez allí, la empresa La Cantábrica de Comillas realiza trayectos en bus por la franja occidental de Cantabria, uniendo la capital autonómica con localidades como Santillana del Mar, Comillas o San Vicente de la Barquera.
Para quienes tienen en mente desplazarse a Cantabria en tren, la estación de ferrocarriles de Santander tiene rutas con otras ciudades de España, como Madrid, Albacete, Alicante, Palencia, Segovia y Valladolid.
También es posible alcanzar Cantabria en coche, tomando la autopista A-67. Esta enlaza con la autopista A-1 que continúa hasta Madrid (450 km).
Por otro lado, desde algunos países, como Reino Unido, se puede llegar a Cantabria en barco, recalando en el puerto de Santander. Por ejemplo, desde las ciudades británicas de Plymouth y Portsmouth, salen rutas marítimas directas dos veces por semana. Además, el puerto santanderino también acoge cruceros por el Cantábrico.
Debido al efecto de las corrientes marinas, Cantabria, como ocurre con el resto de la llamada España Verde, se caracteriza por unas temperaturas más bajas de lo que cabría esperar por su latitud. Posee un clima oceánico húmedo, con veranos cálidos e inviernos suaves (la temperatura media anual fluctúa entre los 14 °C y los 18 °C).
La precipitación anual alcanza los 1.200 mm en la costa, si bien es más elevada en las áreas de montaña. La nieve es habitual en las zonas más altas de Cantabria entre los meses de octubre y marzo. Algunas zonas de los Picos de Europa, a veces por encima de los 2.500 m de altitud, presentan un clima alpino con nevadas durante casi todo el año. Los meses más secos son julio y agosto.
El relieve montañoso de Cantabria tiene un efecto dominante sobre el microclima local. Esta es la causa principal de las situaciones meteorológicas peculiares como las llamadas suradas, debido al denominado efecto Foehn. Este se produce cuando el viento del sur que baja de las montañas sopla fuerte y seco, aumentando la temperatura cerca de la costa y provocando una disminución del nivel de humedad en el aire y la llegada de precipitaciones. Estas condiciones son más frecuentes en otoño e invierno, y cuando tienen lugar, las temperaturas suelen superar los 20 °C.
Debido a las temperaturas más cálidas, el mejor mes para unas vacaciones en la costa de Cantabria es agosto.
Es tanto lo que hay que ver en Cantabria y su litoral que cuesta resumirlo en tan pocas líneas. Yendo desde el este de la región hacia el oeste, la primera localidad de interés que encontramos es Castro Urdiales. Este municipio costero encierra tesoros como la iglesia de Santa María de la Asunción, de factura gótica y del siglo XIII; la plaza del Ayuntamiento, el castillo de Santa Ana o la playa de Brazomar, muy frecuentada por los aficionados al surf.
La siguiente atracción que aguarda es Laredo, capital de la comarca de la Costa Oriental. Una vez allí, hay que recorrer su casco antiguo: la Puebla Vieja de Laredo, fundada en el año 1200 por el rey Alfonso VIII de Castilla y formada por seis rúas o calles. La playa de La Salvé también merece la atención del viajero. En cuanto al puerto, por él han pasado personalidades de la realeza española del siglo XVI, como Juana I de Castilla o su hijo, Carlos V de Alemania y I de España.
A poca distancia, se localiza la villa marinera de Santoña, a orillas de la bahía de Santoña. Hay que prestar atención a la bella playa de playa de Berria y las marismas cercanas. Muy cerca, se localiza Noja, con playas que invitan al baño, y la bellísima Somo.
A continuación, se despliega Santander, la ciudad cántabra más poblada y una de las que reúne más reclamos turísticos y culturales, pese al virulento incendió arrasó gran parte de su centro histórico en 1941. Entre sus lugares de interés, cabe citar la Biblioteca Menéndez Pelayo, que reúne unos 42.000 libros que pertenecieron al escritor que le da nombre; la catedral de Santander, dedicada a Nuestra Señora de la Asunción y originaria del siglo XII; la iglesia del Santísimo Cristo y el Palacio de la Magdalena, de comienzos del siglo XX, ubicado en la península homónima y sufragado por suscripción popular. Este edificio fue un regalo de los santanderinos a la familia real española. En cuanto a los museos de Santander, los más reseñables son el Museo Marítimo del Mar Cantábrico (MMC), el Museo de Arte de Santander (MAS) y el Museo de Arqueología y Prehistoria de Cantabria (MUPAC), cuyas piezas más admiradas son las famosas estelas cántabras. En Santander, también se puede disfrutar del sol y el mar en la playa del Sardinero.
Retomando la marca, se llega a Suances, a orillas de la ría de San Martín de la Arena. Su playa de Los Locos, rodeada de acantilados, es una de las mejores playas de Cantabria para hacer surf.
Pasado Suances, hay que alejarse un poco del Cantábrico para llegar a uno de los pueblos más bonitos de la región y de España: Santillana del Mar. Conocida popularmente como la Ciudad de las Tres Mentiras —“ni es santa, ni es llana ni tiene salida al mar”, matizan—, esta villa debe explorarse sin prisas. Salpicada de imponentes casonas solariegas, sus calles adoquinadas también dan cabida a una bella colegiata románica del siglo XII con un claustro, el Museo de la Tortura y, a unos 2 km del núcleo urbano, el Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira. Allí puede verse una reproducción de las pinturas rupestres de la cueva de Altamira, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Si la visita tiene lugar el viernes por la mañana, un sorteo permite a cinco visitantes adentrarse en la gruta original.
Regresando a la costa, aguarda Comillas, una localidad que es un verdadero museo al aire libre. Entre sus monumentos, habría que mencionar la Universidad Pontificia de Comillas, el Palacio de Sobrellano y, sobre todo, El Capricho (1883-1885), una de las obras de juventud de Antoni Gaudí y uno de los pocos proyectos que el genial arquitecto modernista llevó a cabo fuera de Cataluña. Su construcción fue un encargo del hermano de la primera cuñada de Antonio López, marqués de Comillas, para que hiciera las veces de residencia de verano. Su decoración cerámica con girasoles y otros motivos vegetales deja al visitante sin palabras.
Más al oeste, el viajero se topa con San Vicente de la Barquera. Si bien esta localidad debe parte de su fama a ser la cuna del cantante David Bustamente, también lo es por su extenso patrimonio monumental. Recomendamos acceder al castillo, las murallas y la iglesia románica de Nuestra Señora de los Ángeles, sin perder de vista el puente neoclásico, la Plaza Mayor o el rosario de pequeñas embarcaciones tradicionales que se arraciman en el litoral.
De todos modos, unas vacaciones en la costa de Cantabria también exigen adentrarse en el corazón de la región. Allí es posible descubrir atracciones como el Parque de la Naturaleza de Cabárceno, un espacio natural que acoge cerca de 120 especies de animales de los cinco continentes en semilibertad. O algunas de las cuevas más espectaculares de Cantabria, como las de El Soplao, El Valle, El Pendo, La Pasiega, Las Monedas, El Castillo, Covalanas, Cullalvera y Morín, entre otras grutas.
También es obligado hacer una excursión a Fuente Dé para deleitarse con unas vistas sin parangón sobre los Picos de Europa, gracias a su teleférico. Se trata de un viaje sorprendentemente de cuatro minutos, que sube hasta una altitud de 1.823 m desde la base, emplazada a 1.078 m de altura.
En el apartado de arquitectura religiosa, no hay que dejarse en el tintero el monasterio de Santo Toribio de Liébana, situado cerca del fotogénico pueblo de Potes —sus casas de madera son una auténtica delicia— ni la iglesia de Santa María de Lebeña, románica.
Entre tanta naturaleza, no es de
extrañar que los deportes al aire libre sean una actividad de referencia en
Cantabria. Volviendo a la posibilidad de surfear, a la que ya nos hemos hecho
alusión en el bloque anterior, vale la pena hablar de la Escuela Cántabra de Surf, en Santander, donde los visitantes podrán
iniciarse en esta disciplina o bien mejorar su técnica.
Otra opción para los más
deportistas es jugar al golf en Cantabria, ya que la región acoge una decena larga de campos de golf. Por algo esta es la
tierra del inolvidable Severiano Ballesteros. Ni qué decir tiene que hacer senderismo en Cantabria es también una
asignatura obligada. Además del marco incomparable de los Picos de Europa, no
hay que perder de vista que esta comunidad autónoma también da cabida a
diversos tramos del Camino de Santiago, como el Camino del Norte, que pasa por
la costa, y el Camino Lebaniego y el Camino Vadiniense. Las dos últimas rutas
jacobeas nombradas arrancan en San Vicente de la Barquera y permiten acceder al
mencionado monasterio de Santo Toribio de Liébana. Tras presentar la credencial
debidamente sellada en los diversos puntos de paso, el peregrino recibirá un
certificado por su visita al recinto monástico: la Lebaniega.
¿Te apetece relajarte? Cantabria
cuenta con numerosos hoteles con spa,
además de brindar la oportunidad de desconectar en las aguas termales de Alceda.
Tampoco hay que pasar por alto
los numerosos eventos y fiestas de
Cantabria. Por ejemplo, La Vijanera o Carnaval de Invierno, que se celebra el
primer domingo del año en Silió; el
Carnaval marinero, que tiene lugar en febrero o principios de marzo en Santoña;
la Folía, una procesión marinera que se realiza en abril en San Vicente de la
Barquera, y en la que se venera una figura de la Virgen; el Coso Blanco, un
colorido desfile de carrozas al que se puede asistir el primer viernes de julio
en Castro Urdiales; el Festival Sauga Folk de Colindres, en julio; la Gala
Floral de Torrelavega, un festival de importancia turística internacional en el
que participan carros decorados con flores, y que se desarrolla en agosto, o la
Batalla de Flores de Laredo, también en agosto.
Aprovecha también tus vacaciones
en la costa de Cantabria para degustar los platos
típicos de la cocina cántabra. Entre ellos, hay que hablar del cocido
montañés, a base de habas y col rizada; el cocido lebaniego, que se prepara con
garbanzos, y los suculentos platos de carne de res, buey, venado, corzo o jabalí, que se
preparan a la parrilla, guisados o acompañados de verduras. La tradición ganadera
de la región y sus condiciones climatológicas favorecen la cría de ganado, que
cuenta con el distintivo de Denominación Geográfica Protegida (DGP) para la
carne de ciertos tipos de razas autóctonas (Tudanca y Monchina), entre otras.
Por otro lado,
la presencia del cantábrico hace que en la cocina local abunden los pescados y
mariscos, como las anchoas, el rape, la merluza, la lubina, el lenguado, la caballa,
la sardina, las anchoas, el bonito del norte, la dorada o el salmonete, sin
olvidar algunos ríos peces como la trucha y el salmón. Las rabas y las sepias
en su tinta son dos especialidades muy apreciadas.
A la hora del
postre, hay que probar las quesadas, los sobaos pasiegos, las corbatas de
Unquera y los palucos de Cabezón de la Sal. En cuando a los quesos, algunos con
DOP, hay que mencionar el queso Picón Bejes-Tresviso, el queso de Cantabria y
los quesucos de Liébana. Finalmente, por lo que respecta a las bebidas, las más
típicas son el chacolí, la sidra de manzana y el orujo de Liébana.
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