Saint-Malo es una ciudad cosmopolita que irradia serenidad en los callejones del medieval con una historia agitada que hizo del pueblo un refugio importante como puerto de corsarios. Incluso hoy en día, la vocación marítima de Saint-malo, en la costa de Bretaña, es la identidad de marca de la ciudad, que sigue siendo uno de los principales centros de navegación de Europa.
«Ni Francais, ni Breton»: el lema refleja una de las facetas más emblemáticas de la identidad de Saint-Malo, cuyos habitantes siempre han cultivado el desafío visà-vis el poder político de París y de los duques de Bretaña, con sede en Nantes. Al igual que en muy pocas ciudades de vocación marítima, la libertad fue entrevista como mucho más que una metáfora y consumado en la aventura sin par de viajes.
Abre las puertas de los océanos, los corsarios, comerciantes o simples marineros, los aventureros de Saint-malo empujaron casi hasta el infinito del horizonte de la ciudad y escribieron una historia de relación con los más variados pueblos y regiones.
A Terranova fueron a pescar el bacalao de Portugal y una nueva búsqueda vino después por sal vital de Setúbal. EL aceite de oliva, vinos y otros productos del sur justificaron una intensa actividad comercial con un gran número de puertos en diferentes latitudes: Amsterdam, Cádiz, Marsella, Génova.
América Central y Sudamérica cruzaban en las rutas de estos incansables navegantes y constructores de barcos. La historia marítima de Saint-Malo, distinguida además por nombres más o menos conocidos: Jacques Cartier, quien soñaba con Asia y dio con Canadá; Chateaubriand, experto viajero inquieto; Mahé de la Bourdonnais, el gobernador de las remotas islas de Reunión y Mauricio; y, también, el multidisciplinario Maupertuis, matemático, geógrafo, filósofo y, también, hijo de corsario y viajero.
La ciudad respira un espíritu de lealtad obstinada, un anclaje firme, orgulloso como un faro hacia la embestida de las vacantes, fue puesta a prueba muchas veces así una elocución de singularidades históricas de Saint-malo puede leerse como un simple acordes de retórica.
Un evento en particular, cuenta con una tenacidad que es compartida con otras comunidades de Gran Bretaña. En agosto de 1944, durante la Segunda Guerra Mundial, los aviones aliados bombardearon la ciudad, que fueron pensados para albergar tan importante comandos alemanes. Saint-Malo sólo se sumergió en el fuego cruzado de la artillería de los ejércitos y el resultado resultada para ser la destrucción de casi el área entera intramuros.
La magnitud de la catástrofe puede ser evaluada en los documentos de la época expuestas en el Museo de la ciudad de Saint-malo, que también muestra el proceso de restauración. Las fotografías muestran un paisaje impresionante: el pueblo era poco más que un mar de ceniza y ruina, con pocos edificios sobrevivientes. Allí está escrito en la leyenda: los 500 mil metros cúbicos de escombros eliminados después de la tragedia conduciría a más de 600 edificios.
Pero la fuerza y el coraje de los habitantes hizo posible en circunstancias similares, qué podría parecerse a prácticamente un Sísifo. Movilizó a toda la población para la causa del Renacimiento, las piedras fueron numeradas uno por uno, la tierra despejada y reconstruir los edificios estrictamente de acuerdo con el original. Fotografías, grabados, registros dieron como resultado que la ciudad volviera a su forma original.
Cómo llegar
La opción más conveniente es volar a París y luego tomar un vuelo doméstico a Rennes. También existe la posibilidad de viajar en tren desde París. El TGV Atlantique tarda unas dos horas desde la capital francesa hasta Rennes. Saint-malo está a 70 kilómetros de Rennes.
Un viaje por tierra desde Madrid es de unos 1.200 kilómetros, que requiere al menos dos días de ida y vuelta. Entrando en Francia por Irún y tomando los 63 hasta Burdeos, debe se adhieren a las 10 y hasta entonces continúan Niort noroeste, en dirección a Nantes y Rennes.
Dónde alojarse
Aquí están algunas sugerencias para hoteles en Saint-malo donde alojarse con confianza: Hotel de la Cité (Place Vauban), Hotel Francia et Chateaubriand y el Hotel de l ‘ Univers (ambos en el lugar de Chateaubriand).